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Geología para enamorarse: la Luna

     La luna se puede tomar a cucharadas
     o como una cápsula cada dos horas.
     Es buena como hipnótico y sedante,
     y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.

     

 La Luna (fragmento)

     Jaime Sabines

 

A lo largo de la historia, el ser humano ha fantaseado con la Luna por razones que van desde nuestro romanticismo hasta nuestra profunda curiosidad. Luciano de Samosata, Johannes Kepler, Cyrano de Bergerac y Julio Verne, entre otros, imaginaron formas de llegar a la Luna, donde los personajes de sus escritos tuvieron exóticas aventuras. El sueño finalmente se cumplió el 20 de Julio de 1969, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaron sobre la superficie lunar. Gracias a la misión Apollo y a una serie de orbitadores lunares posteriores, hoy sabemos que la Luna es un cuerpo planetario que ha tenido una historia geológica fascinante, la cual ha ayudado a comprender parte de la historia geológica de la Tierra y de muchos otros cuerpos planetarios con superficies sólidas visibles.

 

En el sistema solar se han identificado cuatro procesos geológicos: vulcanismo, tectonismo, craterismo de impacto y gradación. El único cuerpo planetario que presenta estos cuatro procesos es la Tierra, pues no todos los cuerpos tienen volcanes, por ejemplo. De los cuatro procesos mencionados, el único que sí está presente en todos los cuerpos sólidos del sistema solar es el craterismo de impacto. El proceso de gradación se refiere a la erosión, transporte y depósito de materiales sobre la superficie; esto puede deberse a la acción del agua, del viento, de los glaciares y de la fuerza gravitacional que provoca derrumbes y deslizamientos de rocas. En la Luna prácticamente no hay gradación por lo que en el resto de este escrito nos enfocaremos a los otros tres procesos geológicos.

 

En el sistema solar se han identificado cuatro procesos geológicos: vulcanismo, tectonismo, craterismo de impacto y gradación. El único cuerpo planetario que presenta estos cuatro procesos es la Tierra, pues no todos los cuerpos tienen volcanes, por ejemplo. De los cuatro procesos mencionados, el único que sí está presente en todos los cuerpos sólidos del sistema solar es el craterismo de impacto. El proceso de gradación se refiere a la erosión, transporte y depósito de materiales sobre la superficie; esto puede deberse a la acción del agua, del viento, de los glaciares y de la fuerza gravitacional que provoca derrumbes y deslizamientos de rocas. En la Luna prácticamente no hay gradación por lo que en el resto de este escrito nos enfocaremos a los otros tres procesos geológicos. oceánica nueva y volcanes submarinos. Esta es la razón por la que la mayoría de los volcanes en la Tierra están cerca de los bordes de las placas.

 

La Luna no tiene tectónica de placas, entonces ¿por qué hay montañas y volcanes, y por qué ocurren sismos? Para responder esta pregunta, primero tenemos que hablar del proceso que nos falta: el craterismo de impacto. El choque de un asteroide o cometa con una superficie planetaria libera tal cantidad de energía que parte de los materiales de los cuerpos involucrados se evaporan o funden y en la superficie del planeta se excava una cavidad que se conoce como cráter de impacto, cuyo diámetro puede medir desde unas cuantas millonésimas de metro a miles de kilómetros, dependiendo del tamaño del objeto que lo golpeó. En la Luna se observan cráteres de impacto de todos los tamaños. Con la información obtenida de las rocas lunares traídas a la Tierra por los astronautas de la misión Apolo y de las observaciones de los cráteres lunares, los científicos planetarios han concluido que durante sus primeros 500 millones de años de existencia, la Luna fue bombardeada constantemente por los restos de los objetos que formaron los planetas, esto nos habla de una historia muy violenta en la cual también estuvieron involucrados los planetas terrestres (Mercurio, Venus, Tierra y Marte). 

 

La gran mayoría de los grandes cráteres de impacto lunares, conocidos como cuencas, se formaron hace más de 3,200 millones de años. Cuando esto ocurrió, la corteza lunar era menos gruesa y aún había gran cantidad de magma en su manto, de tal manera que al formarse las grandes cuencas de impacto, excavaron varios cientos de kilómetros en la corteza, esto puso el fondo de las cuencas cerca del magma, el cual aprovechó las fracturas producidas por la formación del cráter y ascendió llenando las cuencas. Todo el material obscuro observado, al cual Galileo Galilei nombró maria (mares), -el famoso “conejo de la Luna”-, no es otra cosa que las grandes cuencas de impacto rellenadas por lava. Estos flujos de lava son inmensos, en la Tierra no existe nada igual. Dentro de estas cuencas, la salida final de magma produjo unas centenas de pequeños volcanes. Aquí también pueden observarse extensos flujos de lava, algunos hasta de 50 km de ancho y muchos kilómetros de largo. Al enfriarse la lava en algunos lugares dentro de los maria, el material se contrajo produciendo montañas.

 

Los astronautas de los Apollo 12, 14, 15 y 16 instalaron sismómetros en la Luna, los cuales estuvieron en operación de 1969 a septiembre de 1977. Durante este tiempo, se pudieron reconocer dos causas principales para los sismos lunares: el impacto de pequeños asteroides y cometas y las fuerzas de marea terrestres. Los focos de los sismos debidos a la fuerza de marea se localizan a una profundidad de 850 a 1,000 km. Comparados con los sismos terrestres, los sismos lunares son poco energéticos, su magnitud no va más allá de 2 en una escala equivalente a la Richter.

 

Los astronautas de los Apollo 12, 14, 15 y 16 instalaron sismómetros en la Luna, los cuales estuvieron en operación de 1969 a septiembre de 1977. Durante este tiempo, se pudieron reconocer dos causas principales para los sismos lunares: el impacto de pequeños asteroides y cometas y las fuerzas de marea terrestres. Los focos de los sismos debidos a la fuerza de marea se localizan a una profundidad de 850 a 1,000 km. Comparados con los sismos terrestres, los sismos lunares son poco energéticos, su magnitud no va más allá de 2 en una escala equivalente a la Richter.

Por  María Guadalupe Cordero Tercero

 

María Guadalupe Cordero Tercero

Depto. Ciencias Espaciales

Instituto de Geofísica, UNAM

 

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