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La Astrobiología como exploración científica 

 

Hay quienes consideran la astrobiología como una disciplina carente de objeto, no constituyendo por ello ciencia alguna.

Ciertamente, si la astrobiología consiste en el estudio de la vida extraterrestre –exobiología-, tal disciplina no parece poseer objeto de estudio porque, hasta donde nos consta, desconocemos la existencia de otro caso de vida distinto del que alberga nuestro planeta.

 

En 2002 la NASA definió la astrobiología como “el estudio del origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el Universo” (NASA Astrobiology Roadmap, 20/11/2002). Empleando la expresión “vida en el universo” se pretende hacer frente a la crítica expuesta desplazando el peso de la definición hacia el aspecto biológico en detrimento del exobiológico, salvando así la cientificidad de la astrobiología.

 

Ante esta estrategia, los críticos sostiene que, puesto que no se conoce otro tipo de vida que el terrestre, los términos “vida” y “vida en el universo” son equivalentes pues poseen un mismo y único referente: la vida en la Tierra. Como consecuencia, si la  astrobiología desea ser ciencia necesariamente habrá de estudiar la vida en la Tierra, pero en tal caso ya existen otras ciencias que cumplen eficazmente ese cometido, por lo que la astrobiología habrá de justificar debidamente su especificidad o desaparecer por innecesaria.

 

Frente a esta crítica debe argumentarse que el hecho de ignorar la existencia de otro tipo de vida distinto del terrestre no implica necesariamente su inexistencia, de forma que los términos “vida” –vida terrestre- y “vida en el universo” no son, a priori, necesariamente equivalentes. A día de hoy no sabemos de ley, principio o hecho alguno que imposibilite su existencia. Por el contrario, desde mediados del siglo XX se vienen sucediendo numerosos descubrimientos en diversos campos (química prebiótica, biología molecular, biología sintética, exploración espacial, ciencias planetarias, extremofilia…) que, unidos al sólido presupuesto de la universalidad de las leyes de la física y la química, la robustez del paradigma evolucionista –neodarwinismo- y la constatación del fenómeno de la convergencia evolutiva, permiten concebir la vida –e incluso la inteligencia- como un fenómeno esencialmente ligado al Universo -imperativo cósmico-, en lugar de una excepción o rareza. Desde esta perspectiva, el único tipo de vida conocido –el terrestre- constituiría un caso particular -un episodio local- de un fenómeno extendido por el Universo como consecuencia de ser éste, a la vez y en uno, la base materio-energética de la que dicho fenómeno emerge y el escenario en el que se desenvuelve.

 

Así las cosas, el interés de la astrobiología por el fenómeno de la vida terrestre y los principios y leyes que lo rigen -el punto de vista cósmico desde el que los considera: sub specie Universorum- sí aporta algo novedoso a las ciencias de la vida al uso, pues funda la posibilidad de una profundización en la comprensión de aquéllos al proponerse demostrar científicamente –mediante observación y experimentación- el carácter universal de los mismos, con las consecuencias de ello derivadas para los más diversos campos de la cultura y el saber humanos. Lo anterior permite sostener que lo propio o específico de la astrobiología frente a las otras ciencias de la vida es su carácter exobiológico, a la vez que defender su cientificidad.

 

En efecto, cuando se dice que la astrobiología se interesa por la vida extraterrestre, ello debe entenderse en el sentido de que su objeto de estudio es, actual y transitoriamente, la vida terrestre en tanto que modelo metodológicamente extrapolable a otros lugares del Universo. De este modo, si ciertamente en el estado actual del arte no puede afirmarse, en rigor, que el sujeto de estudio propio de la astrobiología en cuanto exobiología –la vida extraterrestre- constituya objeto –fenómeno (Kant)- alguno, tampoco puede aseverarse que carezca de él por completo. El sujeto propio de la astrobiología en tanto que exobiología es, por el momento, un objetivo, una expectativa racional, una posibilidad fundamentada en suposiciones plausibles elaboradas a partir de datos y conocimientos científicos y susceptible de ser testada, es decir, una hipótesis científica. Esto hace de la astrobiología una disciplina paradójica consistente en una actividad científicamente fundamentada de búsqueda de su propio sujeto de estudio, que de ser hallado la situaría por derecho propio entre las ciencias con el nombre de exobiología. Dicho de otro modo: en su fase actual, la astrobiología es una exploración científica.

 

Explorar es indagar, inquirir con diligencia -cuidadosa, exacta, activamente- sobre un objeto o lugar. En este sentido, la astrobiología es por ahora una exploración porque busca diligentemente su objeto propio –la vida extraterrestre-; y es científica por doble razón: a) porque, aunque hipotética, la existencia de dicho objeto o fenómeno se fundamenta en razones, conocimientos y presupuestos que son ellos mismos resultado de investigaciones científicas –biológicas, geológicas, planetarias, cosmológicas…- previas; b) tal búsqueda es, además, diligente en grado máximo, ya que adopta la estrategia coherente y realista del método científico -observación y experimentación-, disponiendo para ello de los medios prácticos adecuados, esto es, de las técnicas experimentales y de observación apropiadas para llevarla a cabo, tanto in situ como a distancia, con posibilidad de éxito. Así, pues, es posible caracterizar la astrobiología, actualmente, como una exploración doblemente científica: por sus presupuestos y por su método.

 

En definitiva: la astrobiología, además de fundamentar científicamente la idea de que los términos “vida en el universo” y “vida terrestre” no son necesariamente equivalentes, se halla en condiciones de demostrar, científicamente también, su hipótesis. La estrategia extrapoladora proporciona a la astrobiología un referente –una definición operacional- que posibilita la formulación de enunciados con sentido -susceptibles de ser o verdaderos o falsos (1, 0)- y, con ello, la elaboración de hipótesis científicas, es decir, suposiciones coherentes que permiten la deducción –predecibilidad- de hechos contrastables (observables o reproducibles). La astrobiología como exobiología sabe qué buscar, cómo y dónde. Con ello, el tema de la existencia de vida extraterrestre abandona el ámbito de la especulación para convertirse en un problema científico: en una pregunta que admite respuesta empírica, experimental, a pesar de las innegables dificultades prácticas y epistemológicas que semejante tarea conlleva.

 

 

 

Por Roberto Aretxaga-Burgos

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