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Carmen Victoria Félix Cháidez es una inquieta joven que participa entusiastamente en diversas actividades de la comunidad espacial internacional, Maestra en Ciencias espaciales por la International Space University en Francia, obtuvo su licenciatura en ingeniería en electrónica y comunicaciones, es originaria de Culiacán, Sinaloa. Para Carmen todo es posible si se trabaja duro para lograrlo. Nos llamó la atención su trayectoria en el ejercicio de su profesión por lo que le pedimos que compartiera con los lectores de Hacia el Espacio su viaje de Culiacán al espacio y sobre los diferentes proyectos en los que ha participado en este interesante ámbito.

De Culiacán al espacio

Parte 1: El deseo por aprender y compartir

 

He tenido la oportunidad de compartir mis experiencias personales y laborales en algunas conferencias en México, y lo he hecho por la satisfacción que me da el compartir mi conocimiento e inspirar a más jóvenes a luchar por abrirse camino en sus distintas profesiones. Ahora, tengo la oportunidad de compartir por escrito con ustedes, una serie de artículos en los que estaré relatando mis experiencias. Antes que nada, quiero comentar que ha habido jóvenes que se acercan y me preguntan ¿Cómo fue que empezaste?, ¿Qué fue lo que hiciste? Bien, debo decir que cuando decidí dedicarme al sector espacial no tenía idea de las dificultades que enfrentaría en todos los aspectos, no tenía en mi cuenta de banco todo el recurso económico para pagar la mejor educación, no tenía contactos en el sector… pero tenía fe, tenía la pasión que me serviría para no desalentarme, tenía la oportunidad de obtener becas, y tuve el gusto de aprender una lengua extranjera para expandir mis oportunidades. Creo que estas cosas básicas son algo que todos las personas pueden tener, lo demás, depende de cada quien.  

 

Soy mexicana, nacida en la hermosa ciudad de Culiacán, y recuerdo muy bien cuando mi gusto por el universo comenzó a crecer en mí, una noche en la que mi papá me pidió que saliéramos a ver el cielo para enseñarme las estrellas. Tenía 5 años y fue esa noche en la que aprendí lo que eran las constelaciones, Orión y Las Pléyades fueron las que más se me quedaron grabadas. Esa experiencia despertó en mí un deseo por aprender e investigar que había más allá de las estrellas, como era que brillaban, porque había fases de la luna, los planetas y me imaginaba cuantas cosas extraordinarias podrían existir en el espacio. Crecí leyendo sobre los viajes a la Luna, aprendiendo sobre Neil Armstrong y aunque poco sabia sobre la historia de la carrera espacial, yo deseaba dedicar mi vida a la exploración espacial, ir a la Luna o a Marte. A la edad de 12 años, cuando tuve la oportunidad de tener acceso a internet, recuerdo que busque en internet el sitio de la NASA, en específico, todo lo relacionado a: ¿Qué hacer para trabajar ahí? ¿Qué hacer para ir al espacio? En México no había algo similar a la NASA, y yo no había escuchado de ningún otro lugar que hiciera lo que NASA hacía. Anote todos los requisitos en una lista, y me visualizaba cumpliendo cada uno de ellos, enfocándome desde ese momento a aprender un inglés perfecto, para mi esa era la barrera más obvia a mis 12 años. Durante mi secundaria, dedicaba tiempo de mis tardes a aprender inglés, y en vacaciones lo hacía casi todo el día. El único requisito que no podía cumplir era ser ciudadano estadounidense, pero nunca lo vi como un obstáculo, confié en que habría alguna otra manera de solucionarlo.

 

 

Al momento de escoger una carrera pensé en Astronomía o Ingeniería Aeroespacial, pero ninguna de esas carreras se encontraba en Culiacán. En esos momentos para mi familia era muy complicada la idea de que saliera y viviera en otra ciudad, por lo que decidí inscribirme en Comercio Internacional en Culiacán. Dos meses después de que empecé Comercio, casualmente leí en una agenda de mi escuela, que un grupo de estudiantes de ingeniería física de Monterrey harían un viaje al centro de NASA en Houston, y en ese mismo momento decidí que iría. El viaje estaba programado durante la misma semana en la que yo tenía mis exámenes de medio término, y era prohibido moverlos de fecha. Aun no puedo explicar cómo fue que convencí a cada uno de mis 7 maestros en Comercio Internacional, a que me adelantaran los exámenes, para poder ir a un viaje de estudios con Ingenieros Físicos. Sin conocer a nadie, me uní a ese grupo de estudiantes por una semana, y esa experiencia me impulso más fuerte que nunca a seguir mi sueño de niña. Visitamos varias empresas, y entre ellas, el Johnson Space Center de NASA. Tuvimos la oportunidad de asistir al Congreso Mundial del Espacio que se celebraba en esas mismas fechas, y donde tuve interacción por primera vez con astronautas e ingenieros que trabajaban en el proyecto de la Estación Espacial Internacional. Aproveche cada momento platicando con todas las personas que pude acerca de los proyectos que tenían cada una de las agencias, acerca de las oportunidades educativas, y me lleve el consejo que me dieron los astronautas Scott Altman y Mike Massimino cuando les pregunte sobre que debería de estudiar o hacer para poder dedicarme a lo que ellos hacían, la respuesta fue sencilla: “Yo te podría decir una carrera en específico, pero no tendría importancia, porque lo que debes de estudiar es lo que realmente te apasiona, lo que te haga feliz y que disfrutes, ya que si lo disfrutas, serás muy buena en ello y nosotros estamos buscando gente que sea buena en lo que hace, y que lo haga porque es su verdadera pasión, y no solo para ser astronauta o para llegar al programa espacial”.

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