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¿Puede la Ingeniería Biomédica reducir accidentes aéreos?

Por Alejandro Franco

"Bajar la guardia y extender las manos desplegar las alas e intentar de nuevo”

M. Benedetti

Viajar en avión es la forma más segura de trasladarse entre dos puntos.  Según la International Air Transport Association (IATA) el número de accidentes alrededor del mundo durante el 2011 fue de 0,37, el equivalente a un accidente cada 2,7 millones de vuelos, siendo una gran diferencia con respecto a 2010 donde el porcentaje de accidentes fue de 0,61, es decir un accidente por cada 1,6 millones de vuelos. 


Año tras año el número de accidentes ha ido disminuyendo gracias a las compañías aéreas, aeropuertos, proveedores de servicios de navegación aérea y los reguladores de seguridad, toda una comunidad que trabaja en conjunto día tras día, basados en estándares globales, para hacer del cielo un lugar más seguro. Sin embargo, los accidentes aunque en menor cantidad, siguen ocurriendo.


De los accidentes  aéreos, aproximadamente el 80% son atribuibles a factores humanos. Durante el 2011 ocurrieron 92 accidentes, cobrando la vida de 486 personas. Esto quiere decir, que de los 92 accidentes, 74 pudieron ocurrir por factores humanos.


 “Los factores humanos tratan de llevar a su óptimo nivel la relación entre las personas y sus actividades, mediante la aplicación sistemática de las ciencias humanas, integrada dentro del marco de la ingeniería de sistemas", afirma el doctor Edwiyn Edwards, creador del modelo SHEL (Software. Hardware. “Enviroment. Liveware)  a principios de los años setentas, en el que se destaca la importancia de la relación hombre/ máquina.
 
Aproximadamente el 56% de los accidentes ocurren durante la fase de aproximación y aterrizaje de las aeronaves, procesos que la mayoría de las veces se realizan de manera manual por el piloto sin la intervención del piloto automático.


Los factores humanos que pueden provocar un accidente son diversos. Entre ellos destacan los factores perceptuales/ sensoriales, que pueden ser causados por mal juicio o cálculo incorrecto en distancia, altitud, velocidad o  libramiento de obstáculos, así como las percepciones visuales falsas y las percepción errónea por problemas vestibulares.  Es también de resaltar la Pérdida de Conciencia Situacional la cual provoca fallas de atención, falta de respuesta a alarmas o luces de aviso y fallas para monitorear el vuelo.
 

¿El número de accidentes aéreos puede reducirse aún más?

Partiendo de las premisas  que el cuerpo humano es una “máquina”  capaz de avisar cuándo necesita una revisión, cuándo no se encuentra en condiciones  ordinarias para realizar una actividad y de que el error humano es inevitable, pues aún no nace el humano perfecto, propongo el estudio de un dispositivo capaz de reducir el número de accidentes aéreos a través del análisis de las señales fisiológicas del piloto.

 

Se plantea que  mediante el análisis de cuatro variables, se puede hacer saber al piloto   y a la torre de mando, el momento, si es que éste llega a ocurrir, en que el piloto ya no está en condiciones de tripular su nave, provocando la participación del copiloto a mando del avión, evitando así poner su vida en peligro y la de los pasajeros.

 

Las señales fisiológicas del corazón y el torrente sanguíneo, para una persona de peso, edad y estatura específica, han sido estudiadas por los médicos desde hace años y en la actualidad se cuenta con una base de datos que permite comparar las diversas señales e identificar cuando hay una alteración en el ritmo cardiaco o en el flujo de oxígeno.

 

Deberá de pensarse en un equipo no invasivo, que contenga un sistema formado por un electrocardiograma y un oxímetro de pulso, conectados al piloto, que no le afecte en sus maniobras, que continuamente obtenga las señales del corazón, así como la saturación de oxígeno en la sangre, y de esta manera avisar a la torre de mando el momento en que se presente una alteración.

 

Por otro lado,  se requiere realizar un estudio, que permita conocer la fuerza con que los pilotos sujetan el volante durante los vuelos,  de esta manera, una serie de valores fuera del promedio indicaría que el piloto tiene algún problema en cabina.

 

 Asimismo, partiendo del principio de que en un gran número de enfermedades se presenta la sudoración de las manos, se propone un sensor de humedad que sirva como un elemento más para conocer el estado del piloto.

 

El panorama es extenso, las posibilidades se van ampliando ante el uso de la nanoelectrónica y la capacidad de hacer el procesamiento de las señales en tiempo real, así como en contar con un canal de comunicación permanente con torre de control, puede ofrecer un gran número de indicadores aplicables a la salud del piloto en vuelo y de los pasajeros a bordo.

Alejandro Franco 

Estudiante de Ingeniería Biomédica UNAM

 

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